Valle de San Andrés, Veracruz, Méx.

Imagine que dispone de un puro con un 100% de tabaco, de tripa larga y hecho a mano. Si es verdad que la anticipación es la mitad del placer, ya tiene mucho ganado. De todos modos, como el máximo placer requiere un puro de características determinadas, saber discernir su calidad es muy importante a la hora de escogerlo. Definir el sabor de un puro es algo muy subjetivo: El veredicto sólo depende de usted. Sin embargo, existen ciertas pautas y conclusiones objetivas que le ayudarán a determinar la calidad.

En realidad existe un solo criterio para valorar los puros: la fortaleza, que en todas las areas de la vida, se define como la capacidad de actuar con eficacia de manera persistente. Lo mismo ocurre con los puros. La fortaleza es el sello de la excelencia, el denominador común en la evaluación de los dos componentes básicos de un puro: la elaboración y el tabaco.

Para evaluar la manufactura de un puro hay que fijarse en el tiro y en la combustibilidad, que dependen de la ligada. Por un lado, si el puro contiene menos tabaco del habitual, tendrá un tiro excesivo, lo que a veces se considera una ventaja; de todos modos, si resulta demasiado fácil inhalar, el puro se consumirá en poco tiempo, y la bocanada resultará áspera y caliente, nada agradable. Por otro lado, si el puro contiene un exceso de tabaco, no tirará bien e incluso es posible que tenga un andullo ò parte muy densa que dificulte el tiro. Si el tiro es insuficiente, el volumen de humo disminuye y, con él, el sabor y el aroma, los dos elementos cruciales en un buen puro.

Además del tiro, la combustibilidad del puro debe ser uniforme en toda la fumada, cosa que sucede con los puros de torcido excelente. La ceniza, por su parte, debería se consistente y llegar a medir tres centímetros de grosor sin desprenderse del puro. El cuerpo del puro debe notarse firme y compacto en la boca, puesto que un puro blando es sinónimo de mala calidad y resultará poco agradable de fumar. Y lo cierto es que tener un puro a la mano debería provocar una sensación de renovación vital.

Si bien ninguna de estas características le garantiza una buena calidad del puro, sí que le sirven al menos como criterios para valorar correctamente la manufactura del mismo.

También en lo concerniente al tabaco, la fortaleza es la clave. A parte de la excelente calidad de la mezcla de tabaco y de un proceso adecuado, el grado de fortaleza del aroma y el gusto depende de la capacidad del fabricante para realizar un inventario de los diferentes tipos de tabaco que se emplean en cada mezcla. Puesto que el cultivo del tabaco está muy relacionado con la imprevisibilidad de los factores metereológicos y de la cosecha, una empresa debe disponer de una provisión de hojas suficiente que permita alternar una cosecha con otra a fin de entremezclarlas de forma gradual y conseguir así una mezcla con fortaleza.

Hay que tener muy presente, no obstante, que una única calada no es ninguna prueba fiable. El número de caladas que esté dispuesto a fumar para poder valorar un tipo de puro dependen del tiempo disponible, de su temperamento y de su agenda. Una caja entera de puros sería una selección razonable pero cara. De todas formas, recuerde que lo que realmente importante es que tanto el tabaco como la elaboración tengan fortaleza, puesto que el sabor es una valoración del todo subjetiva. Nadie puede establecer si sabe mejor el champán o el chardonnay, la col o el caviar. Lo mismo sucede con los puros: el fumador es quien tiene la última palabra.

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Última Modificación: Monday, 17 May 2004